El recinto del Palacio Real se divide en tres zonas independientes:
·El Mexuar,
donde se realizaba la administración de justicia y el despacho de
asuntos de Estado. Había una cámara elevada, cerrada por celosías, donde
el sultán se sentaba a escuchar las demandas de los ciudadanos sin ser
visto. Al fondo de la sala existe un Oratorio, una pequeña habitación
orientada hacia La Meca, ricamente ornamentada con yeserías y desde
donde se divisa el Albaicín.
Tras la conquista, los Reyes
Católicos mandaron modificar el interior de esta sala, convirtiéndola en
una capilla de la que puede verse aún la balaustrada del coro.
El
exterior de sus muros ha sufrido tantas modificaciones que es imposible
conocer cómo era originalmente. Esta área administrativa se encuentra
precedida por dos patios, en el primero de los cuales perduran los
restos de una pequeña mezquita con su alminar, mientras que el segundo
conocido como Patio de Machuca, alberga la torre del mismo nombre.
El
conjunto fue utilizado como residencia de los arquitectos que dedicaron
sus vidas a la construcción del monumento, entre ellos Pedro Machuca,
que trazó el Palacio de Carlos V.
Hacia el interior se
encuentran el Cuarto Dorado, que debe su nombre a la cúpula recubierta
de pan de oro, y el Patio del Mexuar, con la fastuosa fachada del
Palacio de Comares, ornamentada con mocárabes, yeserías y azulejos y
cubierta con una alero de madera de cedro con motivos decorativos de
piñas y conchas.
El Palacio de Comares fue mandado construir por el rey
Yusuf I, combinando la función representativa de la monarquía para la
gestión oficial de los asuntos de Estado con la vivienda privada del
soberano. El centro del palacio lo ocupa el Patio de lo Arrayanes,
con galerías porticadas en los extremos. Este patio se ha llamado de
diversas formas a lo largo del tiempo. La actual denominación se debe a
los macizos de mirtos o arrayanes (arbustos) cuyo color verde vivo
contrasta con el piso de mármol blanco del patio.
Está presidido por la Torre de Comares,
que alberga en su interior el Salón de Embajadores, donde el rey, en
compañía de sus visires, daba audiencia oficial. La sala tiene forma
cúbica y en sus paredes no queda ni un resquicio sin decorar con
yeserías cúficas (motivos caligráficos), de ataurique (vegetales) y de
lacería (formas geométricas). La cúpula estrellada representa el cielo.
Precediendo este espacio se encuentra la Sala de la Barca, en cuyos extremos estaban las alcobas del sultán.
Al este del palacio se encuentran los Baños de Comares,
construidos al estilo musulmán siguiendo el modelo de las termas
romanas. Toda la decoración existente es de época cristiana, ya que el
mal estado que han presentado los baños a lo largo de los siglos ha
hecho que se restauren y reconstruyan varias veces.
· El Palacio de los Leones se empezó a construir por
orden de Mohamed V, hijo de Yusuf I, como zona privada para la familia
real y el harén. Recibe su nombre por la fuente sostenida por doce
leones de mármol ubicada en el Patio de los Leones. El
recinto es una alegoría del paraíso, un oasis petrificado en el que
fluye el agua y las 124 columnas y las arcadas que sostienen simbolizan
un bosque de palmeras. Este patio es el primero en el cual se opta por
un nuevo modelo arquitectónico: dos canales de agua que surgen de
surtidores situados dentro de dos grandes estancias: las salas de los
Abencerrajes y de las Dos Hermanas.
Estas salas se encuentran una
enfrente de la otra y destacan por sus soberbias cúpulas de mocárabes.
La tradición popular asegura que en la sala de los Abencerrajes, al parecer alcoba del rey, fueron degollados los caballeros denominados con ese nombre, mientras que la sala de las Dos Hermanas
hace referencia a las dos enormes losas de mármol que se ven a cada
lado de la fuente central y que un poeta del siglo XIV comparó a dos
hermanas. En su interior se encuentra el Mirador de Lindaraja,
un cuarto de reducidas dimensiones que fue lugar de esparcimiento de la
favorita del sultán y que constituye por su exquisita decoración uno de
los rincones más bellos de la Alhambra.
La Sala de los Mocárabes
es la más sencilla de todas las del Palacio de los Leones. Se encuentra
a la entrada antigua del palacio, y su nombre se debe a la bóveda de
mocárabes (elementos decorativos del arte nazarí) que la cubría, y que
fue demolida debido al mal estado en que quedó tras la explosión de un
polvorín en 1590.
Otra de las salas del palacio es la de los Reyes,
denominada así por una pintura realizada en la cúpula de uno de los
tres habitáculos existentes, que representa a diez monarcas. Por su
disposición, la sala queda dividida en siete partes: tres habitaciones
cuadradas, separadas por dos tramos rectangulares y alcobas en los
extremos. Toda esta distribución y sus decorados mozárabes realzan la
luz que penetra en la sala.